Martes 24 de julio de 2018.
El sexto concierto de la temporada de la Orquesta Sinfónica UdeC estuvo marcado por tres fuertes personalidades: el solista, el director y uno de los compositores. Davide Formisano, flauta solista de la Scala de Milán, derrochó virtuosismo al apropiarse de la pirotécnica Fantasía Carmen, obra del violinista Pablo de Sarasate, y se demostró igualmente capaz de prodigar calidez en el sencillo y encantador Andante en do mayor de Mozart. La entusiasta ovación del público dio paso a una pieza fuera de programa, otra sorprendente apropiación: un arreglo para flauta y cuerdas de “El oboe de Gabriel”, tema de la célebre banda sonora de “La misión”.
El director Joshua dos Santos demostró por qué es uno de los productos más destacados de “El Sistema” venezolano. Su batuta se mostró versátil, guiando con precisión en los ágiles pasajes de Sarasate sobre temas de Bizet, y extrayendo toda la transparencia y pureza necesarias en Mozart y en el Preludio Sinfónico de René Amengual, una pieza de atmósfera impresionista cuyo atractivo hace lamentar que no se hayan divulgado aún otras obras de mayor envergadura de este importante maestro chileno.
Pero el programa estuvo dominado por la presencia de la Sinfonía n° 2 de Sergei Rachmaninov, obra tan descomunal en sus dimensiones como en su belleza. La música del maestro ruso y la batuta entusiasta del joven maestro venezolano extrajeron lo mejor de cada una de las filas de la Sinfónica UdeC, en una interpretación intensa pero cuidadosamente matizada, de pulso flexible pero sin manipulaciones extremas. El célebre Adagio fue simplemente maravilloso, con un cálido solo inicial del clarinetista Vladimir Jara, mientras que el enérgico y monumental “Allegro” final arrebató aplausos atronadores del público que asistió embelesado al que será recordado como uno de los mejores conciertos del año.
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