* Debido al fallecimiento del maestro Vicente Bianchi, compartimos con ustedes una entrevista que realizamos en marzo del año 2009, a pocos días de recibir un homenaje musical de parte de la Orquesta Sinfónica Universidad de Concepción, el cual se llevó a cabo el 04 de abril de ese año.
MAESTRO VICENTE BIANCHI: “LA MÚSICA HA SIDO TODO PARA MÍ Y MUCHO MÁS”
“Sáqueme bonito, la esperanza no se pierde”, dice riendo el maestro Vicente Bianchi, en la sesión fotográfica posterior a esta entrevista. Inmediatamente después esboza la nostalgia. “¿Sabe? este último tiempo he estado dedicado a revisar material. Lo que pasa es que estoy preparando mi partida”.
No se trata de un abrupto cambio de ánimo, si no que las sinceras palabras de un hombre sencillo, pero que lleva sobre sus hombros la responsabilidad de ser uno de los músicos más influyentes de nuestra historia musical: Premio Nacional de Folclore; Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral; Premio a la Música Chilena en el género popular; Premio a lo Chileno; Premio Apes a la trayectoria; y Orden al Mérito, otorgado por el Gobierno del Perú, en reconocimiento a su trabajo de integración cultural entre ambos pueblos, entre otros. Vicente Bianchi, intérprete, compositor, arreglador, director y creador de orquestas y coros, será homenajeado el 4 de abril por la Corporación Cultural de la Universidad de Concepción y su orquesta sinfónica, en el Teatro universitario.
“Tengo hermosos recuerdos de la Orquesta Sinfónica de la Universidad. Dirigí dos veces allá, hace años y fue fenomenal, así es que estoy muy agradecido de este homenaje”, señala, abriendo esta conversación en el living de su casa de aires campestres, con rejas de fierro forjado, pozo y patio interior, y frente a innumerables trofeos y recuerdos de toda una vida dedicada a la música. “Fui influenciado por mi madre que tocaba el piano y estudié en el Conservatorio de Música, señala.
– ¿Cuándo se entusiasmó con la música chilena?
Desde siempre. Soy chileno y esto se impregna y se advierte en la vida. Éste es un país maravilloso y cuando joven lo recorrí casi pueblo por pueblo. Lo chileno me absorbió.
– Usted tiene estudios completos en el conservatorio de música, pero cambió ese mundo por la radio ¿cómo vivió ese cambio?
Mi papá me llevaba desde chico a las radios (Minería, Agricultura y Cooperativa, entre otras), a tocar en el piano que usaban en vivo y ahí me impregné de la música popular. Formé conjuntos folclóricos y de música liviana de estilos variados. A los conservatorios no les gustaba que los alumnos salieran a lucirse antes, así es que yo me hice un poco el loco, porque como tenía mis estudios completos, obviamente necesitaba practicarlos. Fue una muy buena decisión, porque la radio me dio agilidad e improvisación.
– Luego trabajó en radios de Argentina y Perú…
Me invitaron a Buenos Aires a trabajar como fantasista en piano, en radio El Mundo, quizás la más importante de América en ese entonces. Viajaba constantemente y tuve contacto con los grandes folcloristas de allá. Luego me fui a Perú y por 5 años trabajé en música folclórica, en radio El Sol. Fue una gran experiencia, que me aportó mucho en lo que haría después.
Bianchi y Neruda
El maestro Bianchi recuerda que fue en Perú donde tuvo el primer contacto con los “Versos de Manuel Rodríguez”, del poeta Pablo Neruda. Al principio no supo qué hacer con ellos, pero cuando volvió a Chile la música “salió como un fluido chileno y la tonada estaba lista. Se la mostré a Neruda y le gustó mucho. Él no se lo esperaba, me abrazó y me dijo que era lo que había estado esperando toda su vida, porque el quería que su poesía fuera conocida, no él. Fuimos muy amigos y musicalicé muchos de sus poemas”.
– ¿Qué ocurrió con la canción La Noche de Chillán?
Para La Noche de Chillán (letra de Neruda y música de Vicente Bianchi, con la que en 1998 ganó el Festival de Viña en el género folclórico) lo fui a ver antes de que muriera y le llevé algo de música. Luego del almuerzo pidió papel y lápiz y me dijo “para que le pongas música cuando quieras”. Yo me traje esos versos y me los guardé, pues en ese momento no sentí la música en esas líneas. La vine a sentir 25 años después.
Un músico versátil
Además de un repertorio que incluye villancicos, música para la Historia de Chile, canciones de homenaje al Perú, temas populares, románticos, himnos y marchas, es el precursor de la música religiosa popular, componiendo entre otras, Música a la Chilena, y el Te Deum, que por largos años interpretó en la Catedral de Santiago, cada 18 de septiembre; es el creador de la música de La Rosa y el Clavel, una de las más importantes canciones de la música folclórica chilena; y ha compuesto más de 150 obras para piano, canto y orquesta. “Toda mi experiencia la fui metiendo en todo lo que podía, nunca dejé de trabajar, me llamaban y me buscaban. Además, debo reconocer que me fue bien, tuve mucha suerte, he gozado de muchas cosas, he viajado, conozco casi todo Chile, América y Estados Unidos. Nunca fui a Europa, pero mi música suena en Suecia, Italia, Francia, hasta Croacia”.
– ¿Cómo surge Misa a la Chilena?
Antes del Concilio Vaticano II tenia la idea de hacer una misa nacional, porque había escuchado dos misas que se hacían en África”, señala. “Las estaba preparando cuando el Papa Juan XXIII dio la posibilidad de cantar las misas en castellano. Entonces le presenté la Misa a la Chilena a la congregación salesiana y se entusiasmaron.
– ¿Cómo reaccionó la sociedad de la época?
¡Ufff! pasó de todo, pasé malos momentos, hubo campañas en desprestigio de esta misa, pero a la gente le gustó y llenó las iglesias, porque yo los hacía cantar. Si hasta el “Cordero de Dios” la cantan hoy en todas partes. 5 años después hice la Misa Sudamericana, con un tema folclórico de cada país. Hoy lo cantan hasta en Suecia.
– Luego vino el Te Deum…
Sí. El cardenal Silva Henríquez me lo pidió en 1969. Desde entonces y por más de 30 años lo interpreté cada 18 de septiembre en la Catedral, con orquesta y coro.
Vicente Bianchi, ayer y hoy
– Usted siempre la luchado porque la música chilena se interprete…
Hoy ocurre lo mismo que hace 50 o 60 años. Antes, porque habían pocas grabaciones chilenas, y hoy porque a nadie le interesa. La música chilena no se oye. Yo recuerdo que porfié con los sellos de la época porque la música chilena había que imponerla, pelee más de un año, hasta que les llevé la tonada de Rodríguez y la respuesta fue positiva. Con eso se abrieron las puertas para otros chilenos que también quisieron grabar. En el fondo todos son hijos de ese Manuel Rodríguez.
– ¿Qué obra le ha traído mayores satisfacciones?
Todas son hijas mías, pero algunas tienen más suerte que otras. Por ejemplo “Abejorros”, con un ritmo liviano de carácter internacional; las tonadas de Rodríguez, Carrera y O’Higgins, para mí son intocables, no quiero meterlas a concursos ni nada de eso, porque es una entrega a la chilenidad, no pueden desprestigiarse, sólo cantarse. Desde luego las misas.
– ¿Cuál ha sido el aporte de Vicente Bianchi a la música chilena?
He aportado a la cultura de este país, para que la gente escuche la música chilena de otra manera. Las orquestas son como las obras de teatros que tienen muchos personajes y que el director debe saber combinar. Todo esto es un aporte, la gente alaba mi estilo de orquestar y me reconoce, creo que tengo una identidad no forzada, natural, yo no puedo falsificar.
– Usted ha dicho que la música chilena tiene personalidad propia ¿cuál es esa personalidad?
La personalidad está basada en el ritmo, si estoy haciendo música del norte, por ejemplo, veo cómo se presenta, en qué terreno, en qué forma, y sobre eso me hago mi propia fantasía, para decir quiero vestirla de esa manera, así hago mis arreglos, y esto es gracias a los viajes que he hecho por el norte, centro y sur de Chile, conociendo las culturas que forman mi país.
– ¿Cree que su música trascenderá y será materia de análisis?
Sí, porque está hecha con respeto, musicalmente está bien construida y el respeto que yo he puesto ha sido valorado. La música ha sido todo para mí y mucho más.
¿Qué más le gustaría hacer maestro?
Éste último tiempo me he dedicado a revisar material, porque tengo tantos recuerdos y amigos, que puedo pasar años revisando papeles y no terminaría. Lo que pasa es que estoy preparando mi partida, no tengo indicios de que Dios quiera llevarme, pero uno lo presiente, porque no puedo exigir más. Me estoy preparando para dejar todas mis cosas en orden, no quiero que después echen garabatos contra mí, cuando no esté. Si hasta mi ropa la tengo limpia y ordenada, por si la regalan. Estoy todo el día haciendo pequeñas cosas, pequeños proyectos que mantienen mi mente ocupada. Basta con que los jubilados se sienten bajo el parrón.-
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